15.10.04

Across the universe

Son dulces, dice la niña, y me toma con firmeza. Y tira de mí, hasta arrancarme los brazos. Y ya no me sostengo. Y viajo en sus manos, a través del universo. Y siento encenderse la sombra fresca, y de como se aquieta el susurro del aire entre las hojas; verdes, pequeñas, redondas y sencillas.
Y escucho al sol, que ríe con ganas.
Y no puedo evitar, estar temblando.
Mi piel es frágil, y se rompe entre sus dedos, y besa, ya a mordiscos, la carne, que en dulce almíbar se deshace. Y puede olerse en el aire, el sutil perfume de mi espanto.
Soy cobarde, lo sé, mí cuerpo es débil, y la muerte, joven y tímida en sus manos. Veo como cierra los ojos, cuando muerde, y casi es bello, dejarse morir entre sus labios.
Y más me besa y más, lamento y lloro, a mi corazón, desnudo, y aún con vida, caído y quieto, en la paz de la hierba, donde reposan, la niña y el durazno.

de Gustavo Andrés Fogel
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