7.10.04

Mirando la muerte

muero, vivo,
espero corazones,
labios,
el olor oculto entre tus dedos,
- noche vacía,
desnudo con farol,
lejos de los albatros
y del norte gélido -,
tu garganta que raspa,
el susurro de los ojos
y los suspiros de las hojas creciendo en primavera,
el llamado mudo de esa mirada que nos dice todo.

Dónde en esta vorágine urbana que no conmueve,
habitada por el grito y el estruendo del pánico?

A veces unas melodías tenebrosas,
otras sublimes de nostalgias de jardín;
ahora que asistimos a este despliegue de un paisaje de suplicios,
acierto a vislumbrar en el jardín de Rosa Cándida,
detrás de la profunda espesura y el ardor del fuego verde,
la canción del colibrí.

de Edgar E. Ramírez
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