21.4.13
Puerto Madero
Conocí el viejo puerto en los años
duros
en que decenas de barcos de carga
de todas las banderas
arribaban a sus muelles, y por sus
callejones
iban y venían camiones, marinos,
estibadores
y alguna que otra mujer de falda
corta.
Un aire singular y recio reinaba
en las dársenas,
mientras resonaba algún grito, en
algún idioma
lejano, entre las cubiertas y las
grúas,
que la ciudad había hecho suyo y
de su borde.
Después todo pasó; y sólo el agua
marrón
quedó sin ser tasada ni vendida;
y comenzaron
las demoliciones donde ahora
se elevan
hoteles 7 estrellas, espléndidos
y raros
restaurantes, y bárbaras torres
primer mundo,
que no pueden verse sino con
extrañeza,
entre licenciados guante blanco,
algún
Lamborghini, algún turista, y
una brisa
que nos sabe tocar y recordar
la historia
con más despojos y zanjones
que ganancias.
de Eduardo Dalter, San Justo -Buenos Aires-, Argentina
______________________________________________
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario