13.10.13

El Espejo

La llama palidece,
el tiempo se abre en los labios,
dejando en la boca un eco
de destierro.

Es el despertar de la sangre
sonora.
Es otro nacimiento de pájaros.

El cuerpo se manifiesta
y despereza un sueño.

El cuerpo adviene
en su sagrado resplandor.

Sabe de magia, de jardines siderales,
de ríos vaporosos
vertidos en la niebla.

Huele a llovizna,
a reconciliados minerales,
a luces de estrella desclavada,
incendiada en la piedra,
alzada sobre los abismos,
sobre el vacío
donde se sumergen
las alas y los líquenes.

Es sólo un rostro,
una mueca de la forma
donde languidece la mirada.


Es la piel anunciando su extrañeza,
su espesura de sombra,
su crecimiento entre las horas.

Hojarasca del tiempo,
dinastía de presagios.

Es sólo un rumor de corteza,
un zumbido de raíz creciendo
hacia lo profundo.

Una pausa de candor,
de criatura que afirma su existencia,
su levedad y su número.

En el tumulto de los días
que no alumbran
y se dispersan entre las cenizas
-despojos de otros alumbramientos-.

Es el aparecido que se invoca,
que inclina su fuego
para trasparecer
entre las aguas quietas
que nunca se atraviesan.

Entre las duras aguas
que se interponen
entre la luz y la piel,
entre el oculto y
su apariencia.


de Héctor Rico, Villa Giardino, Córdoba
De "Luminoso Silencio", libro de reciente edición, cuyo diseño de tapa fue realizado por su hija, Alejandra Rico, y el prólogo por Lina Caffarello.
© ISBN 978-987-1894-22-2
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