La lectura es
un puerto de partida, un viaje, una aventura, una ventana, un
horizonte. Los libros nos hacen por dentro, aún los que no leímos
forman parte de nuestra subjetividad. Se derraman en adjetivos en
las charlas: quijotesco, dantesco, kafkiano. Se entrelazan con las
imágenes del cine y con los cuentos que nos narraron. Se hacen
amigos nuestros que comparten el hastío de la espera.
Descubrimos que hay autores, personajes que pensaron y
sintieron como nosotros y pueblan nuestra soledad. Nos vuelven
detectives que buscan lo escondido del iceberg. La literatura tiene
muchas formas de nombrar y contar los pocos temas elementales. Los
libros son escaleras para escaparse de la banalidad.
Instrumentos para reflexionar. Maneras de salir de un mensaje
único que la sociedad de masas (a través de los medios de
comunicación) tiene preparado para nosotros. El sentido de la vida
puede estar en la línea de un libro, o quizás el sentido sea su
búsqueda. Ese viaje nos dará el placer de encontrar fulgores
dormidos que algunas veces se despiertan con nuestra
mirada.
de Cristina
Villanueva, Buenos Aires, Argentina
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