10.12.16

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¿Qué terror es éste, enraizado en la escritura
como oficio y deber, como espinas en la niebla de marzo
que ella no puede quitar y sin embargo canta?

La dulzura de la fe en las palabras que escapan
de su cárcel es semejante a nuestra supervivencia
en esta ciudad sin ángeles.

Vendrá el sol como siempre, a romperse frente
a mi asombro y vendrá la noche como una hilera
infatigable de hormigas.

Y cerraré este cuaderno, y soñaré con árboles

rugosos pero sin heridas.

Y con la clemencia de la luz.



de Paulina Vínderman, Buenos Aires, Argentina
De "Bote negro".
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3 comentarios:

Anónimo dijo...


Gracias y más gracias por incluir un poema de esta magnífica escritora.
María Eugenia Palmer

Anónimo dijo...

Hermoso. Excelente. Impecable. Y me quedo corto.
Mario Riccioni

Anónimo dijo...


Un fino equilibrio. Aquí hay terror, espinas, una ciudad sin ángeles, pero también aparece la contrapartida: canto, dulzura, sol... y la clemencia de la luz.
Eli More