27.1.17

Let's do it, let's fall in love


Cole Porter suena igual que como sonaba en mi cabeza ese día,
la libertad de ser nada,
que no importe este gusto por la angustia existencial perpetua porque no existe,
porque no puede.
Ni el frío, ni el tiempo, ni mis manos agarrando tus pupilas.
Y sin decir nada, en una piedra, mientras dejabas volar tu espalda,
te conté mi dolor, fue tanto dolor mezclándose con la sombra de las flores
de ese día
tan perfecto
que ya no fue dolor.
Juguemos a que tenemos cinco años.
Yo puedo esconderme entre tus pies
mientras saltas tanto que te sentís gigante, imponente,
y nada puede herirnos ni hacernos mal.
Pero después ese dulce arroyo que nos guía
a continuar entre estos grises días que se suceden.
El estallido de vidrios al volver al adoquín.
Nos había gustado el color del mundo con esa pantalla,
comenzamos tiñendo nuestros ojos
para despertar al día siguiente
y entender que ni el mundo ni los ojos eran los mismos,
que siempre sería extraño entre estas paredes,
aquel que no se deje absorber por la niebla.
Juguemos a que tenemos cinco años,
vos podés dibujarme en la pared
mientras yo descubro el castillo escondido en unas frazadas.
No nos preocupemos más.
Nuestras mejillas aún reflejan el brillo de aquel viento.
Juguemos a que tenemos cinco años.
Después, no va a haber nada tan lejano.


de Agustina Aranda, Buenos Aires, Argentina
De la revista de Literatura "Tamaño Oficio" 30° Aniversario.
http://www.gema.com.ar/toficio/textos.html  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como quien diría, una poética puesta a pleno rock.
Anselmo