27.11.17

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Comer una manzana es sacrificarla,
privilegiar nuestra vida a la de ella,
decidir, como un dios, que ha llegado su turno.
Comer una manzana y convertirla
en sangre, en vigor, en accidente,
en poderoso azar,
en materia que piensa, en poesía.
Comer una manzana es un túnel a la infancia,
al párrafo bíblico,
a la pregunta y al tatuaje de la respuesta.
Comerla sin confusión, sin dudas,
transformarla en masa, en mezcla, en azúcares,
en pasiones no previstas.
Comerla fresca, entera, con cáscara,
sentir el placer de su sabor, el sonido inconfundible,
su voluptuosidad en la mordida,
y hacerla propia, íntima, necesaria,
hacerla una con uno.
Conferirle un propósito, una trascendencia.

Pero aun así,
comer una manzana
es sacrificarla.


de Osvaldo Rossi, Buenos Aires, Argentina
De "Transiciones".

4 comentarios:

Santiago M dijo...


Poema paradojal sin ninguna duda.

Anónimo dijo...

Un sacrificio nutritivo y jugoso. Anselmo

Anónimo dijo...

Poesía sencillamente pura, con sabor a manzana y vida, eternidad.
Abrazo
Maria Paula Mones Ruiz

Anónimo dijo...

Qué elenco!!!!!! Todos tan queridos, además. Ana Guillot