Entre innumerables saludos y condolencias, el grupo de la revista de literatura Tamaño Oficio, y El Escribidor, recibieron palabras de recuerdo por parte de la poeta Graciela Maturo junto a un comentario suyo sobre dos libros de Lucila Févola, comentario que compartimos a continuación:
La
poesía de Lucila Févola, una poesía en estado de ignición.
por Graciela Maturo
Una escritura sorprendente es la de Lucila Févola,
poeta y estudiosa de la poesía, además de narradora y dramaturga. Decir que
tiene una voz original será para algunos decir que no se parece a nadie, y es
verdad, pero la palabra original es
más fuerte, significa que algo está próximo al origen, a la raíz. Y esto
también es cierto con relación a la obra poética de Lucila. Se trata de una poesía
fuertemente intelectual, indagadora, filosófica, no convencional, no
encasillable en modas y aún en géneros; una tentativa de llegar a la raíz, al
origen.
Me referiré a dos libros suyos de poesía que
participan a su vez de otros géneros: ¡Ah
de la casa!, 2006, y Modus vivendi,
2009. No me cabe duda de que ellos pertenecen al modo poético, pero sus
lenguajes remiten a la escena, la narración y el ensayo, cuando no al apunte o
el resumen científico. Estas obras se hallan en la coronación de una larga
labor que se inició precisamente con el drama.
El ímpetu cognoscitivo y la lógica de opuestos
parecen presidir ambas obras, desafiantes en su construcción, hondamente revulsivas
por sus contenidos. En la primera conviven 3 libros o secciones: “Palabra de
construcción, de formación”, “Hueso labrado”, y “La trama”. Siguiendo una vocación
dialógica, Lucila Févola ha buscado el apoyo de libros fundantes de distintas
tradiciones, como el Popol Vuh - Libro del Consejo de los mayas - o bien de autores reconocidos como Homero,
Dante, Eliot y otros, para respaldar las
arreciantes intuiciones que se reiteran en todo el libro confiriéndole unidad intencional.
Tales intuiciones apuntan al No Tiempo, la negación de la apariencia fugaz de
la vida, la ausencia de una dirección vectorial. No hay dirección, repite.
El texto de Lucila da cabida a fragmentos de la Odisea,
Los siete contra Tebas de Esquilo, la Divina Comedia y los Cuatro Cuartetos de T. S. Eliot, así
como a líneas de Borges, Girri y otros autores,
en un audaz intertexto de estructura dialógica y dramática. Ella se
inició como autora de teatro y aquí está la marca de esa formación y vocación.
El libro va adoptando modos más coloquiales, y por
momentos la estructura del ensayo, la escena teatral o el relato, en permanente
desafío a los convenciones formales.
La segunda parte del libro, “Hueso Labrado”, tiene también un tramado intertextual con
fragmentos científicos y filosóficos,
relatos místicos, ensayos y poemas modernos. Lo caracteriza la diversidad de esas fuentes
que actúan como voces en diálogo con la voz de la autora, en la permanente
construcción de un poema unificador, taraceado, tenaz, que avanza conectando
las diversidades. Alcanza el sentido de una revelación poética cuyo tema vuelve
a ser el destino del hombre en el cosmos.
“La trama” continúa el trabajo dialógico creando un
texto poético-dramático-narrativo de singulares matices, que enfoca a la
sociedad actual denunciando en forma indirecta sus aspectos de confusión,
incoherencia, simulacro y fragilidad. Percibimos, más que en los libros
anteriores, la presencia de un yo que se manifiesta en 1ª y en 3ª persona, un
yo poético, lúcido, crítico, en trato con su propia escritura, que hace de la palabra uno de sus temas
predilectos.
En Modus Vivendi
, libro publicado en este año, la dialógica se hace interna. No dejan de
aparecer citaciones y textos de
referencia, pero la confrontación de las voces es ahora interior; el libro es más unitario, acaso más poético.
La conciencia escindida dicta un doble discurso, que tiene su parte de entrega
emocional y su contraparte crítica continua e
implacable.
El discurso se mueve de la 1ª persona a la 2ª y la 3ª y también varía los modos verbales, los
tonos: pasa de la enunciación a la pregunta, de lo imperativo a lo potencial,
etc.
Entra Lucila temerariamente en territorios vedados.
Avanza hacia la muerte, buscando la
articulación muerte-vida. Expone el
desgarro existencial, la conciencia de
los límites, el Horror de no saber qué es
estar vivo
Su actitud frente al lenguaje también oscila de la
entrega a la desconfianza.
Sagrada la
palabra en su silencio / puesta en nosotros como una renovada forma de fundar
Innegablemente la poesía de Lucila Févola sobrepasa a
la página escrita, remite a “textos de agua viva”, léase experiencia, relámpago,
revelación.
La cita de Meister Eckhart no es gratuita. Hay una
cierta pérdida temprana del yo, cierta desencarnación en un proceso interior
muy intenso que desencadena rupturas, cortes con la racionalidad y desde luego
con el habla convencional. Su discurso, algunas veces reducido al estado del
apunte nervioso y rápido, renuncia a la
coherencia racional en nombre de una Super-Razón que se propone entender la
totalidad.
La intuición del No-Tiempo se impone definitivamente
en este libro que, pese a sus tonos y modalidades experimentales, se revela
como una obra de especulación metafísica. (Esto no debería asombrarnos, pues la
vanguardia, tomada a menudo como pura experimentación formal, es metafísica y plantea la simultaneidad.)
Nacer-morir son actos fundantes y revelatorios en la
obra de Lucila Févola, que por momentos se remonta a la doble memoria del no ser y ser el Uno -glosando a Eckhart-. Para ella Dios es una palabra inexpresada, una realidad en
advenimiento.
___________________________________________________________
___________________________________________________________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario