Esa noche abrí las puertas de mis armarios, donde guardo el fruto de todos estos años de trabajo. Mis frascos. Acomodados en filas, una al lado de la otra, llenando cada estante. De cada planta, de cada insecto, sus hojas, sus órganos, sus extractos, sus aguijones, sus venenos. Separados, clasificados, etiquetados. Mis frascos, como una multitud formando filas, un ejército que gritaba mi nombre. Encendí el fuego. Mezclé, fundí, destilé. Pasé toda la noche destilando, viendo cómo lo sutil se elevaba, dejando abajo a lo oscuro. Purificando con fuego. Hasta obtener la pureza máxima. El opus. Con eso preparé el ungüento para Miguel. El ungüento Krupp. Volví a entrevistarme con Miguel, en medio de la función, para informarle sobre su cuadro. Un cuadro novedoso, por ser el primer caso en que este parásito se presentaba en seres humanos. Esto, sumado a los trastornos del sueño, sufridos por Miguel, completaban un nuevo síndrome, al que dí en llamar Síndrome Krupp.
de Pedro Sedlinsky, dramaturgo, Buenos Aires, Arg.
Fragmento de la obra “El informe del Dr. Krupp”, finalista del XXXII Premio
Tirso de Molina, España, 2003, que se estrenó en el Teatro Cervantes y,
traducida al francés, fue presentada en el festival La Mousson d’eté, Francia, 2003.
El autor ya había sido premiado en España por “Dibujo sobre un vidrio empañado”,
puesta en escena en Buenos Aires, como así también lo han sido, otras obras suyas.
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