3.10.04

Carta

La voz de Cesarea Evora, me transforma en una mujer agrandada por el canto, la tristeza, el amor.
Me siento una Bahiana negra y alta con su canasto de frutas en la cabeza y su vestido largo, blanco terminado en puntillas. Me gustaría abrirme la túnica y guardarte adentro, del vestido, de la música, como si yo fuera lo perdido recuperado. Como si volviera el pez al agua y la canción a la boca. Y vos te llenas del olor de mi piel...
Tomás una naranja del suelo envuelta en un trozo de vestido–puntilla, me besas las manos, con la tristeza de saber que no se recobra lo perdido, que no soy esa mujer grande como el mar con la alegría de sentir, la tristeza es bella, no es ese vacío ciego de la nada. Tomás mi hermoso collar vienés, el collar está sólo en mi, sólo en mi piel, como si te llamara con su canción de piedras y colores, como si fuera una contraseña, cuando me muevo y canta, largas cientos de pájaros a besarme. Me acuesto en un mar de girasoles locos como su pintor, que se mueven para acercarme a vos, a voz, a vos, vestida de collar, entre tu boca y tus manos, de vos, de voz, tuya.

de Cristina Villanueva, Buenos Aires, Argentina
Psicóloga de profesión, también es poeta y narradora oral. Ha participado de numerosos eventos en el país y en el exterior.

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