26.3.05

Plaza de Jesús

Veo la mano aquella que me señalaba la plaza,
como un deslumbramiento.
Miro los bancos,
la iglesia de piedra hermosa y destruida,
del Cristo sólo quedaban los pies,
y en las columnas los huecos de los nichos,
el espacio vacío de los santos en las paredes.
Jugamos al eco,
unos pájaros se asustan
y vuelan
en círculos sobre nuestras cabezas.
Me muestras la iglesia con mucha atención,
me muestras los techos,
las figuras borrosas de los ángeles.
El viento a veces entra y la luz dibuja
otras visiones.
Como si fuera la tarde última
miramos al cielo.
Escucho la campana que no existe
llamando a la misa de la tarde.

de Liudmila Quincoses, Sancti Spíritus, Cuba
Autora de varios libros de poemas, es miembro de la UNEAC y de la AHS. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.
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