21.6.05

Madrigal

Amada, quién cosió tus párpados y los míos;
quién te hizo dolorosa y seca
como el oído de Dios,
ajena al día que ha de traer la lluvia.
Quién pintó las uvas de tu pecho,
alondras dormidas
para asustar lo eterno.
Ah, mujer perpetua,
en tus brazos el mar es un niño.
Déjame gritar entonces que te sueño despierto,
divina y triste como la desnudez de Cristo.

de Sergio García Zamora , Esperanza, Villa Clara, Cuba
Poeta. Ha merecido premios nacionales por su obra. Tiene publicado el poemario "Autorretrato sin abejas"- Edición Sed de Belleza.
seddebelleza@cenit.cult.cu
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