No sé qué quieres que te diga
que no aprendí a manipular los fantasmas de la vida
sino más bien a saborearlos, a sortearlos
a veces a soportarlos
nunca a huirlos.
Qué puedo decir, que los fantasmas aparecen como
pequeños deseos hasta verse azotados por la congoja y
maltratan mis sonrisas.
Mientras tanto es la escritura la que asoma
y con ella me deleito a pedacitos hasta corroborar
las ternuras de la nada y las caricias de los hoyos negros.
Confieso que no estoy aquí ni en ningún sitio
que sólo estoy donde la calle no llora
y donde las noches se alargan y el día se va volviendo
cada vez más pequeñito, sí...
Allí estoy, donde empieza a calar el frío en los huesos
y el amante me busca huyendo de sus propios congojos.
Aquí estoy entre las paredes y los monumentos a las guerras
entre la sonrisa de mis familiares más cercanos
y la planta de flores rosadas.
de Catalina Carmona Ruiz, Colombia, residente en París - Francia
(Poema publicado por la revista "AIR", Málaga - España)
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