A mi hija.
Quisiera anular los tiempos
(cuando la palabra se devoró el gesto)
o, como en la moda,
unir los retazos
para un vintage de la vida.
Deslizarme como un mago
entre sus sábanas de niña
y animarme a bailar
un rock o una lambada,
hasta un tango
o también coserle un traje nuevo.
Todo eso quisiera,
pero no puedo
pues como el mar
en la misma ola renazco.
Querría anular el peso que se arrastra
de repetir una y otra vez el mismo error,
para poder decirle
lo secular, lo humano,
aquello que el ajetreo de la palabra
trasformó en banal,
lo único que una hija espera oír
“Te quiero”.
Pero no me basta (ni le basta),
por eso, le pediré a la luna
me ayude con nuestro vintage de vida.
Será tan armonioso y bello ese vintage
que madre e hija seremos exhibidas
en las vidrieras de todos los negocios
de la alta costura del planeta.
de PaulaWinkler, Buenos Aires, Argentina
Doctora en Derecho y Magister en Ciencias de la Comunicación, esta ensayista, cuentista y novelista, lleva editados varios libros.
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