
en los vértices de la traición
del propio pulso,
en el llanto sin humedad,
en las letras quebradas…
(Sólo tu voz acunó mis manos)
Derroches de silencio
desde el sol hasta la luna,
desde la melodía
estertórea del resuello
hasta la búsqueda infértil.
(Sólo tu voz acunó mis manos)
Adagios sin compás
machacando las sienes,
lamentos de blues
ahogados en la sangre,
marionetas sin cabeza
en charcos de apatía.
(Sólo tu voz acunó mis manos)
Besos para zurcir
en el eco indisoluble
que, a contraluz,
entibia de nuevo la piel.
(Casi olvidé tu voz acunando mis manos)
de Issa Martínez, México D.F.
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