29.2.08

12

Cuando se apaga la última lámpara
no sólo se apaga algo mayor que la luz:
también se enciende la sombra.

Debería haber sin embargo lámparas
que sirvieran exclusivamente
para encender la sombra.
¿No hay acaso miradas para no ver;
vidas nada más que para morir
y amores sólo para el olvido?

Hay por lo menos ciertas tinieblas predilectas
que merecen su propia lámpara de oscuridad.


de Roberto Juarroz, Cnel.Dorrego (1925) – Témperley (1995), Arg.
El presente poema corresponde al Nº 12 de su “Sexta Poesía Vertical”.

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