En el paisaje que dibuja la tarde,
los fantasmas de los árboles
se reinventan a cada golpe de luz.
Florecen por dentro, clandestinos
como si atravesaran los murmullos de un río
y se fundieran tras las aguas
al tiempo que los juncos se agitan
espumosos sobre el fango.
Un aire tibio sostiene las frágiles semillas
que los pájaros entregarán a la mudez del alba.
de Héctor J.Freire, Buenos Aires, Arg.
Poema tomado de su libro "Satori".
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