10.8.11

Pequeño viajero

. . . Allí, en la estación, cautivo de su imposible anhelo, el inválido de los trenes vencía cada tarde su destino y era vientos, trigales, inmensos cielos, trebolares y lejanos trinos y nostalgias y pasajero de una maravilla y mariposa y sol y constantes lejanías. Volaba aferrado al vendaval y era pan de trigo en el rastrojo, nube solitaria, fragante verdor y amanecer de pino, recuerdo de mamá y camino de ala batida en la luz extraviada de un horizonte primitivo. Así, callado, un día el silencio llenó sus ojos de lunas y misteriosas nieblas lo elevaron despacio. Se fue con el adiós. El andén quedó vacío.

de Jorge Cambiaso, Buenos Aires, Argentina
De su libro "El misterio de adiós que siembra el tren".
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