Hasta tu cama
entran,
tensos, de esquina,
por tu piel,
y por allí
te andan,
quiebran
tus cerrojos;
los hechos,
las manos, las voces.
. . . . . . . . *
Como a cada beso lo borra
el viento que sopla y sopla,
ella pocea y pocea la arena,
pareciera, con más fuerza;
es el viento húmedo, poceado,
que escribe, escribe, escribe.
de Eduardo Dalter, San Justo -Bs.As.-, Argentina
Éstos son los dos primeros poemas de su serie "Siete notas de invierno".
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