31.3.12

Mezquita y otras crónicas andaluzas

...besaba yo la tierra con amante fervor.
Ibn-Hazm
De la piedra, no de los pájaros.
De los califas y las viejas congregaciones, no de los pantanos.
De la Aljama profunda que cantaron los poetas.
Desnuda eres como una flor,
y tan hermosa como una mujer nacida del libro
de Las Mil y Una Noches;
porque así fue tu canto de fundación,
entre piedra y piedra,
y oculto sílice dormido, embriagado de jazmines andaluces...
¡Oh, Mucáddam ben Muafa el Cabrí, llamado el Ciego y el Zéjel!
¡Oh, Said ben Hamid, que cantó a Fadle, la más dulce de las dulces!
¡Oh, Ziryab, Pájaro Negro, y su música embrujada!

De la memoria como un jardín al aire libre,
acosada por el vivo sueño de los magos.
De la cisterna, no de la sed.
De la cisterna de agua clara que riega el huerto
al que se llega olvidando todos los caminos...
De los metales y los esmaltes del aguamanil sagrado,
que guarda la sed del mundo.
Del Alminar y las estrellas, que son lámparas eternas
desprendidas de la noche (así te veo),
como luciérnagas fugaces,
no como cristalería cósmica tras la ventana.
De las aguas eternas del Guadalquivir,
que enciende los pájaros del crepúsculo
y navega hacia el ocaso, entre época y época,
¿Pero qué diré yo de tus fantasmas?...

de Manuel Ruano, Buenos Aires, Argentina
Fragmento tomado de su libro "El gran ensalmador".
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