En La Grande Ilusion, de Jean Renoir
unos reclusos
reciben un envío de una benefactora rusa
ellos piensan en vodka y caviar
pero descubren que se trata de libros
y en un acto de decepción
prenden fuego y comienza la revuelta
Casi siempre los imbéciles y tiranos
son los que queman las bibliotecas
¿Y a quién culpar
cuando la furia anula las palabras?
Libros que llegaron en correos de brujos
regalos de cumpleaños
amuletos vallejianos
estrellas que alumbraron y aun matan
Me contaron que Herman Hesse
enviaba libros a los prisioneros alemanes
detenidos en Francia
Manías del albor
laberintos de papel
músicas en la noche de la isla
Ahí van
como barcos llenos de voces
a la deriva
arrastre de memoria
relámpago mineral
así han quedado
las bibliotecas.
de Reynaldo García Blanco, Santiago de Cuba
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