18.2.18

Claroscuro


Entre los árboles empapados por el calor
la luz polvorienta de la tarde
recorre los surcos de las hojas, las grietas de los troncos
y vierte a través de su estrategia de ruptura
un "garabato" de ausencia sobre las sombras.

Entre un espasmo y otro del viento,
el frágil helecho espera que estalle el trueno
y prepara la boca para recibir en su jaula de fronda
los húmedos murmullos del agua.
Sin embargo, su verde memoria le recuerda
"que siempre hay que desconfiar de los regalos del cielo".

Éste es el momento justo, el instante en el que todo el
               filo del sol
se abate sobre el perfil preciso del jazmín.
Algo ha entrado en su inmovilidad: un perfume,
una luz blanca, un gesto indeciso.

De pronto, su cuerpo enciende la noche y el agua.

La lluvia sabe de formas simbólicas, del dolor
del ramaje fracturándose contra el hierro de la ventana,
del relámpago de obsidiana desgarrando la piel del
               cielo.
y del caballo blanco que penetra sin cesar la flor de
               caña.

Ahora: las piedras se han vuelto vapor de sueño,
el espacio nace del tiempo:
onda y partícula, posición y velocidad
individuos e historia.
Más allá de este bello ritual no hay imágenes,
de su horizonte ha desaparecido el deseo.

Luego llegaron los animales del silencio
y con ellos los presagios: un frío de invisible dulzura
exacto y sagaz se deslizó lentamente entre la fertilidad
de las flores y las frutas; está creando la vejez: un
              claroscuro
que demuestra que dentro de la luz no hay nada.


de Héctor J.Freire, CABA, Argentina
De "Motivos en color de perecer", Premio del Fondo Nacional de las Artes.
Biodata y otros artículos de este autor: http://www.topia.com.ar/autores/h%C3%A9ctor-j-freire
http://www.elpsicoanalitico.com.ar/

3 comentarios:

Anónimo dijo...

... "que siempre hay que desconfiar de los regalos del cielo". Excelente, ¿qué más hay que decir?
Santiago M.

Kirie Azul dijo...

Además de leerte como ensayista y crítico de cine, hoy nos alegra encontrarte aquí gracias a este poema.

Anónimo dijo...

hay mucha filosofía en este poema. j.dalesio