El que observó a medianoche la espuma
blanca del cielo,
el que oyó un galope prolongado en la estepa de la mañana,
los que presintieron la lluvia y se refugiaron en ella,
el pescador que aguarda el próximo pez que prenderá esa tarde,
el que recuerda el olor a café detrás de una puerta que no existe,
quien siente en la boca la primera palabra de un verso.
Todos, alguna vez, estuvimos en el paraíso,
las manos lo tocaron y el pecho aspiró su aroma,
el Paraíso cedió por un instante –se detuvo allí–
alzó un vivac en el que cada fragmento coincidió con su parte:
las sombras con el árbol, el árbol con el camino,
el que oyó un galope prolongado en la estepa de la mañana,
los que presintieron la lluvia y se refugiaron en ella,
el pescador que aguarda el próximo pez que prenderá esa tarde,
el que recuerda el olor a café detrás de una puerta que no existe,
quien siente en la boca la primera palabra de un verso.
Todos, alguna vez, estuvimos en el paraíso,
las manos lo tocaron y el pecho aspiró su aroma,
el Paraíso cedió por un instante –se detuvo allí–
alzó un vivac en el que cada fragmento coincidió con su parte:
las sombras con el árbol, el árbol con el camino,
el río de Heráclito con el río a
secas.
de Rafael Felipe Oteriño,
La Plata –Buenos Aires-, Argentina
De "Viento extranjero".
Artículo: http://fotosviejasdemardelplata.blogspot.com.ar/2015/01/rafael-felipe-oterino.html
5 comentarios:
¡Qué precioso poema, simplemente el paraíso es la vida!
María Eugenia Palmer
Eso quise decir. Gracias, Maria Eugenia
Una fiesta para los sentidos. Impecable apreciación.
He aquí un poema virtuoso en el más profundo significado de la palabra. Mis plácemes.
Ricardo Torres-Bellant
Como dice Goethe: "¡Instante, detente, eres tan bello!".
Maravilloso tu poema, Rafael. El verso "el Paraíso cedió por un instante –se detuvo allí–" manifiesta lo eterno en el instante. Felicitaciones por tu poema.
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