19.11.18

Marinas II


Los pescadores y sus peces muertos,
el mendigo embotado de silencio,
mis manos tan frías,
tan lejos.
¿Dónde cabrá tanta soledad?
ni en el etéreo, ceñido puño de la noche,
ni en el incesante, inconstante fluir del cielo.
Una gaviota toma un pececillo del agua,
pasa a mi lado como una caricia.
Sólo el mar sabe perdonar
sin preguntas ni lástima.


de Claudio Simiz, Moreno -Buenos Aires-, Argentina
De “Actas del Naufragio”.
Reportaje: https://www.lexia.com.ar/Reportaje_Claudio_Simiz.html

3 comentarios:

Anónimo dijo...

un poema triste y conmovedor. me recuerda a lo sucedido en estos días. j.dalesio

Anselmo dijo...

Estremecedor.

Anónimo dijo...

firmo el acta: magistral poema. susana zazzetti.