Mi madre murió hace un año
y todavía no pude hacer lo
necesario
para vender su casa.
No es un lugar muy grande
pero parece infinito;
voy del comedor a la cocina, de la
cocina
al dormitorio
sin un propósito determinado.
Abro el armario y toco su ropa
(como tantas veces desde que
partió)
y olvido la razón que me trajo
hasta aquí.
Cuántos pasados habrá construido,
cuántos futuros diseñó
entre estas solitarias paredes.
En su casa deshabitada, con
nostalgia de vida
aún puedo recordar el olor de los
almuerzos
y el valor que para mi madre
tenían
unas viejas fotos familiares.
El sonido del tren es una
advertencia que duele
y mientras tanto, aquí
se deshojaron las plantas,
enmudecieron los goznes,
se opacaron los espacios que ella
se esmeraba en alumbrar cada día.
La veo como la vi en las últimas
reuniones;
mi madre ya no envejece
pero envejecen sus cosas:
perdieron una parte de su alma,
el sentido que atesoraban cuando
ella vivía.
Es verdad, me cuesta entenderlo:
mi madre murió hace un año
y yo no sé
qué hacer con su casa.
Osvaldo Rossi, Buenos Aires, Argentina
De “Grafitis en la calle solitaria”.
Presentación virtual 25-6-20 F.A.P.: https://youtu.be/UJ9G3OC8MPU
Más: http://abordajespoeticos.blogspot.com/2015/10/encuentro-especial-con-el-poeta-osvaldo.html
16 comentarios:
Gracias, Lina, por la publicación.
El aturdimiento, producto insoslayable del dolor.
Gracias, Osvaldo.
A vos, por leerlo y comentarlo.
¡Qué inmensidad de poema, mi Señor...!
Ortiz Figueras
me gusto mucho el poema, tan hondamente sentido, tan colmado de humanidad y dicho con tanta ternura, con tanta delicadeza!!!
AVG
Ortiz Gigueras y AVG, gracias por sus comentarios.
Grandioso.
Con permiso, me llevé para mi muro este poema tan pleno. No pude evitarlo. Gracias.
Anselmo y Lali, muchas gracias por leer y comentar.
Muy sentido tu poema. La madre es una sola, duele, pesa y forja la vida de un hijo.Estás viviendo un duelo, es eso. Profundo poema!!
Me conmovió profundamente tu poema. Es tan intenso entrar en una casa que no es nuestra y allí decidir sobre los recuerdos.
Muchas gracias Osvaldo.
Gracias, Nerina y Analía.
Inmenso poema. Tanto como esa incomprensible ausencia.
Gracias, Elsa.
Querido Osvaldo, tu poema lleva tan alta la emoción que sube hasta el cielo donde habita tu madre.
Gracias, Marita.
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