Entendemos por género a la forma de una obra.
Es posible que el término no esté empleado adecuadamente: en ocasiones se denomina "género chico" a cierto repertorio, por razones distintas a la estilística. Pero si aceptamos el término para referirnos a las formas drama, comedia, farsa, sainete, grotesco, y otros, habrá que obviar razonablemente la misma dificultad creada por la palabra drama, que entendemos como nominando un género definido o a todos los géneros dramáticos, conjuntamente.
Proponemos que los géneros, así entendidos, son una creación útil a las necesidades receptivas de la sociedad de los dos únicos géneros matrices: la tragedia y la comedia. Y que éstos, a la vez, son las dos informaciones modales acerca de un conflicto genérico entre el querer y el poder del hombre (concretamente, el quiero y no puedo).
De manera que podemos determinar, a la vista de los géneros hoy existentes: drama, melodrama, boceto dramático, como variaciones derivadas de la tragedia; y farsa, sainete, vodevil, como variaciones derivadas de la comedia. De este modo buscaríamos aún un lugar para formas como la tragicomedia y quizás para aquella a la cual, curiosamente, algún autor quiso singularizar con el término "comedia dramática".
Porque tales géneros no son productos de cruza alguna y sí fenómenos que responden biológicamente a períodos en los que, por razones que luego hacen a la forma, mezclan elementos. Tales efectos coinciden con el movimiento histórico pendular en el punto en el cual aparece el disimulo del material, la fusión de los límites, la inclusión de la fealdad en el catálogo estético y la búsqueda de la verdad profunda y testimonial antes que cualquier otra cosa (Ethos y pathos).
por el Profesor José Bravo - Fragmento - Revista de Literatura "Tamaño Oficio" Nº 29 / 2005
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