Con mucho tacto.
Él la toca con lluvia,
con hojas, con ojos,
con oídos, pestañas,
con ensaladas de flores,
con barcos y con bordes.
Con la raya más pequeña de la
piel de un tigre amarillo en celo,
con centelleo,
con el resplandor de un hilo
de luz en la grieta.
Con roces sedosos de lenguaje.
Con un bandoneón abierto en música.
Y claro también, por supuesto, no faltaba más,
él la toca con manos.
de Cristina Villanueva -
..."las luces siempre encienden en el alma"...
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