No es necesario atarse a un árbol.
Hay que abrir los oídos, preparar la visión,
inhalar el vapor que sube del abismo.
Entonces aparece bajo la noche azul,
ensaya su escorzo contra los astros
y clava el canto en nuestra carne
que se desangra dócilmente hacia la oscuridad.
Una vez a cada hombre es dado este prodigio.
de Horacio Castillo, La Plata, Argentina
Laureado, autor de varios libros, traductor del idioma griego, este poeta ha merecido, entre otros, el Premio Nacional, el Premio Consagración de la Sociedad de Escritores de la provincia de Buenos Aires y el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes en Traducción Literaria.
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