20.8.06

Habitar

Padre, el sitio donde respiro se parece al silencio.
Habito el punto exacto de lo que me rodea.
Está lleno de cantos, de respiraciones,
de tangos quejumbrosos
adheridos a las paredes de la ciudad donde he nacido.
El sitio donde respiro se parece al cielo.
Tiene el silencio verde del sol abierto sobre el río
y corre pegado a los paréntesis marcados en mis días.
Padre, habito el sombrío estado de las cosas perdidas
y las palabras que no salen del modo
en que todos las dicen.
Este sitio de luces y de sombras
se parece al punto donde habito en soledad
con mi propia suerte.
Aquí nadie me rescata. Aquí nadie me mira.
Sola frente al camino dividido como una horquilla
que simula sus puntas oxidadas.
Padre, habito este lugar que me pertenece
por haber mordido el anzuelo de la vida,
por no haberme arrepentido de vivir,
este agujero donde no dejo de caer cuando me suelto
y no siempre sé que me he soltado.
Entonces la ciénaga no es sólo una trampa para otros.
Pelear en la arena donde los gallos de riña
se sacan los ojos a picotazos certeros.
Padre, habito también las pesadillas y
la escandalosa forma de la esperanza
en épocas de exilio.
Soy del lugar donde respiro.
Soy en las palmas fundamentales de lo cotidiano.
Vivo en el lugar elegido. Ahora o antes,
desde ahora o desde antes de haberlo decidido.
Soy este punto de encuentro entre las cosas idas
y las buscadas.
Las halladas por este mover de manos
en torno al íntimo espacio que me envuelve.
Padre, habito el silencio. Ésta es mi certeza y mi duda.
Este sitio donde moro con mi propia suerte.
Aquí nadie me rescata. Aquí nadie me mira.
Padre, no te preocupes - siempre lo has sabido -
soy del lugar que mis pasos marcan.
Nunca busco excusas para no enfrentarme.
Soy la raíz que me tejiste.
Soy este universo que ahora ves.
Aquí respiro.
Aquí me quedo.
Aquí planto bandera.

de María Laura Riba, nacida en la Capital de Argentina, desde 1994 reside en Corrientes
Periodista y escritora, este poema integra su libro "Sólo texto".
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