
Miguel de Cervantes
Una gota de piel,
apenas se diluvia suave.
Un roce en la muñeca.
Hebras de cuerpo
se miran en el cruce,
se desvisten, se palpan, se olfatean.
Se exhiben, se penetran, se gustan y
se bailan.
En el lugar del pulso.
Cita debajo del puño de la camisa.
Y caen los relojes a golpes de cortejo.
Se oye el aire ir y venir, el tiempo es
una tapicería de dulces jaguares.
Desde el pequeño espacio del contacto.
Dos animales fantásticos se alzan
magníficos hasta alcanzar la fiesta.
de Cristina Villanueva, Buenos Aires, Argentina
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