
dejó al desnudo.
Extraña migración ésta.
Partieron las flores
de filosas laderas,
partió una historia de perfumes,
el eco que entonaba
tus sutiles caricias.
Se fue vaciando un íntimo aposento,
y se asomó imprevisto invierno
a todas las ventanas,
a todos los tiestos y jardines.
A su tiempo,
también yo debí partir.
No para consumar el abandono,
desacralizar las caricias rendidas,
sino para buscarte:
¡Oh, Canto!
Recuperar las flores
de las más altas cumbres.
de Jorge A.Montesano, (+2002), Buenos Aires, Argentina
Poema publicado en "Tamaño Oficio" Nº 32, octubre de 2008
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