Qué pensaba la mujer que leía esos versos
en la plaza de los bailarines muertos
El sol de la tarde iluminaba demasiado
los papeles y no conseguía seguir
el hilo argumental
Tal vez sus lágrimas traicionaban
las órdenes que enviaba su cerebro racional
Alguien se iría, tal vez para siempre
entonces qué sentido tenía
la lectura en esa plaza
Mientras los dos guardaban
las formas políticamente correctas
sobre su destino
Tras ellos, sus sombras se besaban
Presintiendo que esa y no otra
sería la última vez.
de Francisco Alberto Chiroleu, Rosario -Santa Fe-, Argentina
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