7.2.16

Unión cósmica

El cielo se aproxima
e ilumina dos cuerpos,
¡sólo dos seres que celebran
la unión!

¡Oh silencio encantado!
Todo calla
para oir las palabras venturosas,
las caricias que trasponen
sus fronteras...

Y los ojos se abren,
- desmesuradamente se abren -
a la noche encerrada en los párpados
al resplandor
que sostiene cada boca,
fragmentando el tiempo,
aboliendo su carga de sombra.

Y el amor está allí.
Se abre paso entre los cuerpos
como un ángel audaz
que sutiliza el fuego...

Nada separa la tierra
de los astros,
la proximidad es todo,
es abrazo insistente,
posesión de lo invisible.

Nada amenaza a los sueños,
ni siquiera el despertar.
La boca es alimento
de otra boca
donde se esparce el ardor
como una brisa,
donde se intercambian palabras
como un trueque de pétalos
para cerrar heridas.

Y el amor es cielo.
Y el amor es la puerta olvidada
que alguna vez abrimos 
para siempre
desde nuestro presidio,
desde nuestros miedos,
desde nuestros espejos
que sólo reflejan
una arista de la llama,
un olvidado rostro
que alguna vez sonrió a su sombra
enarbolando el beso impredecible,
viendo despuntar otro sol
sobre caminos ignorados,
sobre alas abatidas,
sobre las quietas piedras del hastío.


de Héctor Rico, Buenos Aires/Villa Giardino -Córdoba-, Argentina
De "Escrito en los espejos", sector 'VI'.
Más sobre el autor: http://www.escritores.org/libros/index.php/item/hector-rico
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Nada amenaza a los sueños, ni siquiera el despertar", me quedo con esos dos versos que condensan todas las expresiones de este hermoso poema.
Santiago M.

Anónimo dijo...

Impecable. Me complace sinceramente ese "trueque de pétalos".
Malala.