Caminaba por la ciudad, haciendo
tiempo para tomar el colectivo
que me llevase al puerto, y de ahí
embarcar hacia mi destino marino
cuando la vi. La señora que
cotidianamente en la vereda del banco
vendía sus chucherías, tenía su
cabeza hacia abajo, apoyada en su pecho
y sin movimiento alguno que
demostrase que aunque sea dormía
me acerqué y le hablé, esperando
despertarla con mi voz ronca
pero eso no sucedió, la toqué en un
hombro, al principio suavemente
y luego
y luego
un poco más y más fuerte. Estaba
muerta, rodeada por las pocas cosas
que sostenían su vida y que le
servían de moneda de cambio
para sobrevivir
para sobrevivir
los objetos, parecían aún más
estáticos que de costumbre: agujas e hilo
postales de la ciudad, biromes azules
y negras, blocks de hojas, lápices
gomas de borrar, una taza y un plato
eran todo
el resto, lo que estaba por afuera del
cuadro, mantenía
la dinámica habitual
la dinámica habitual
la gente entraba y salía sin prestar
atención, sin importarle nada
dentro del banco, las transacciones
continuaban rítmicamente,
como si esto
como si esto
que ocurría en la puerta, a metros de
sus narices, no estuviese
sucediendo
sucediendo
cuando la policía retira el cuerpo y
los objetos, lo que lleva
en una bolsa negra
en una bolsa negra
es un ser humano. Desde la vereda de
enfrente observo y me pregunto
porqué alguien muere en la calle y de
esta forma
tres meses después, al volver de mi
trabajo, paso por la misma esquina
y todo parece igual y diferente al
mismo tiempo. Otra persona
está en el mismo sitio vendiendo
objetos, estos no son los mismos
pero su parecido con los anteriores
parecen apenas sustitutos
de aquella primera versión
las personas siguen entrando y
saliendo del banco,
indiferentes al mundo
indiferentes al mundo
y concentradas en el móvil que
allí los instaló. Todo,
absolutamente todo
absolutamente todo
parece estar movido por una sola
razón llamada dinero
cuando llego a mi casa, enciendo la
televisión que explica
los fenómenos económicos
los fenómenos económicos
la inflación, la estanflación, sus
causas y consecuencias,
la caída de las bolsas
la caída de las bolsas
en los mercados internacionales, los
índices de desocupación,
las expectativas
las expectativas
a futuro, el virus y todas esas cosas
que nadie entiende pero
determinan sus vidas
determinan sus vidas
o parecen hacerlo.
Salgo al balcón, mientras fumo y
pienso en esa mujer muerta en la calle
el mundo es el mismo de siempre. La
pregunta sigue sin respuesta.
Andrés Bohoslavsky, Río Negro, reside en CABA, Argentina
De "Los ojos de Sasha o El fin de un sueño rojo".
Más: http://elinfinitoviajar.blogspot.com/2016/03/andres-bohoslavsky.htmlDe "Los ojos de Sasha o El fin de un sueño rojo".
vladimirbeat@yahoo.com.ar
9 comentarios:
Intenso. Extenso.
No es de sorprender que se trate de un caso real pues todo el marco del poema también lo es.
Un poema detallado y exhaustivo, propio de un estilo muy particular.
Este poema, o prosa poética, es de una solidez formidable. Felicitaciones.
Leí este texto, poesía en prosa. Después de hacerlo me faltó el aire
y cuando volví con la lectura, el resto no me hizo sentir nada.
Gracias por este autor. Tremendo.
Mabel, de CABA
Lo mejor de la pandemia fue leer a este autor genial.
Silvia, Almagro
Lina ¿ donde consigo los libros de este autor ?
Estela de Ramos Mejía
Estela: comunicate directamente con el autor al e-mail vladimirbeat@yahoo.com.ar
Gracias.
Andrés, gracias por tu poesía intensa, conmovedora y necesaria.
Gracias Lina.
Mi abrazo
Analía
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