La abeja sobrevuela la caléndula amarilla
con un acento agudo de presente.
Y en realidad, su vuelo enroscado a un poder invisible
no cesa de inventar la vieja y terrible mentira
en que nos ponemos de acuerdo. Es hermosa.
¿Habrá pensado en tu mirada?
¿Tendrá tus ojos su viaje por el jardín de la tarde?
No hay límite. Todo es interrupción entre las flores
y también diálogo
que se quiebra, donde aparece.
con un acento agudo de presente.
Y en realidad, su vuelo enroscado a un poder invisible
no cesa de inventar la vieja y terrible mentira
en que nos ponemos de acuerdo. Es hermosa.
¿Habrá pensado en tu mirada?
¿Tendrá tus ojos su viaje por el jardín de la tarde?
No hay límite. Todo es interrupción entre las flores
y también diálogo
que se quiebra, donde aparece.
Osvaldo Picardo, Mar del
Plata -Buenos Aires-, Argentina
De “Una complicidad que sobrevive”.
De “Una complicidad que sobrevive”.
4 comentarios:
Un recorrido dinámico, natural e intimista, producto del sobrevuelo. Aplausos.
Ese entretejido mediante la abeja es hermoso. Me encantó!!
Estupendo.
Interesantes reflexiones conlleva el poema. Gracias Osvaldo.
Un abrazo
Analía
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