31.3.07

Hueso labrado

Y aquí el ojo, muchos,
indagando lo que todos y cada uno observa:
el ojo y su universo
muerto hace ya millones de años.
La luz viene, viene viene
viajando en nuestra jaula.
Un palíndromo antiguo
Dábale arroz a la zorra el abad
(Pero afuera hay algo, pero afuera hay algo.)

Oh, maravilla, antiguo palíndromo,
su deslumbrante certeza que te salva,
Dábale arroz
para que no te pierdas en esa inmensidad
el universo, una baldosa, el ojo y el ojo un
universo, una baldosa,
porque gritar solamente, simplemente,
socorro socorro hacia el margen derecho es
perderse para siempre.

Margen izquierdo de recomenzar
a la zorra el abad

Para que retorne avanzando,
sin avanzar sobre el papel,
escribo el antiguo palíndromo:
Dábale arroz a la zorra el abad

"En el principio era el Verbo".

de Lucila Févola, Buenos Aires, Argentina
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El santo oficio y la hechicera (Poema barroco)

Oculta tras biombo de la paradoja
Eco de aliteración me persigue;
Navego en imágenes,
Metáfora me sueño,
Desde cacofonías brillo.

Me atan los heptasílabos.
Me encarcelan paréntesis.
Me clavan con asteriscos.

Sobre andamio en balancín
Ante el juicio verbal bebo, bebo,
Bebo el brebaje de amargas vocales
(Anáfora, anáfora)

Ah, ah, ay, juanas, teresas,
Claman en claroscuro cielo e infierno,
Sentimiento y razón, espíritu y
Materia, hasta el éxtasis.

Danza inmóvil de la bruja santa
En helada pira ardiente del oxímoron
(Oxímoron, oxímoron)

Papel cantante retorciendo llamas
Dorado platino incandescente.

Ya ceniza de resurrección, desasida,
Libre por el templo del cuerpo del poema.

En el cáliz me espero en la palabra
Para ejercer y celebrar
El santo oficio de hechicera.


Población

Hay en mi casa plantas indefensas
crecidas en la distracción.

Hay panales de avispas
solidarias y cascarones blandos,
polillas que esperan nacer.

Hay una paloma demorada en el techo,
lechuza de la siesta y antena
de plumas y pico.

Y yo camino
arrastrando las palmas de las manos
por las aristas de los muebles,
las barandas, un imaginario balcón
que improvisa el domingo.

Somos una legión de seres sin destino
dispersos los unos en los otros,
dibujados por la casualidad.

Somos lo que decimos: avispas.
polillas, cascarones, plantas, picos
de la siesta en los destellos de un vidrio.

de Hebe Solves, Buenos Aires, Argentina
www.solves.com.ar
http://www.poeticas.com.ar/directorio/Poetas_miembros/Hebe_Solves.html
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Ámbar

Entre un jardín y otro jardín
la música del ámbar.
sencilla, luenga, atávica.

Entre las águilas y la pirámide
las redes fijas del ámbar,
sutiles, ciertas, deleitosas.

Entre la miel y la campana
la suelta risa del ámbar,
como ave transcurrida
en su maternidad.


Balada


Cada cual baila en su propio patio.

A veces, tras el muro
se agitan racimos y burbujas,
panaderos jugando a mariposas
y espumas libertinas sobre la piel del mar.

A veces, huérfanos barriletes
contemplan la danza de los días
desde la sombra del álamo de Haroldo.


de Lina Caffarello, Buenos Aires, Argentina
http://revistaliteraria.sensibilidades.com/mirada5.htm
http://www.lexia.com.ar/entrevista%20a%20L.Cafarello.htm
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25.3.07

La balada de Cordelia - I

Sabrá la hora en el momento exacto
y conocerá la medida de su sombra.
Todo es fácil,
y lo difícil se aquieta lo bastante
para apresarlo con cordura.

Cordelia piensa en luz
y en el diario suicidio de la noche.
“Apresúrense que ya es hora”,
había dicho Eliot un minuto antes de las doce
en un libro sin figuras en la tapa.
Duramente Dios está fuera de la línea
si sólo se trata de enmantecar un poema
mientras asoma la vigilia.
“Esa guerra es mía”,
piensa Cordelia con un ojo al viento,
“y no hablaré de mi culpa existencial.
Me haré sabia de a poco, sabia de profesión
con un curriculum brillante de soberbia
y un zapato sin cordones."
De prisa, de prisa que es la hora,
porque el sol ahuyenta la locura.

de Paulina Vínderman, Buenos Aires, Argentina
http://www.paulinavinderman.com.ar
http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Paulina_Vinderman.html
http://www.artepoetica.net/paulina_vinderman.htm
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La loca de la casa

A veces habla la loca de la casa
y con sus manos como raíces secas
busca una señal por los espejos
un mecenas espiritual que la ilumine
al borde de la noche.
Quiere ahuyentar a la bestia agazapada,
la viva cicatriz onírica,
porque la loca sabe que está en la casa
pero también que está en otro sitio
y está en el ojo y ve que corrió sangre.
Por sus pestañas rueda la miel de su colmena,
el magma que desborda,
y afuera:

el molino del sol
y el olor a humedad,
y las horas zumbando
sobre el tonel del mundo.

de María Dolores Lucero, nacida en Bolívar -pcia.de Buenos Aires-, Argentina
(Fragmento)
http://elascensor.blogspot.com/2005/08/mara-dolores-lucero.html
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El trofeo

Largo túnel de la derrota
y no es el fin.
La garganta del océano
vomita su llamarada de sal,
patea su alfombra tumultuosa.
Para otros
la mano de los dioses
y el olor de la victoria.
Nosotros
arrojamos nuestra sed
nuestra red
en la vasija rota.
Y tragamos arena.

de Elena Cohen Imach, Buenos Aires, Argentina
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Acto único

Andar sobre el andamio de la espera,
de la espera y el lomo de todos los vocablos
que en un día azul
parodian la muerte.

Hoy es lunes,
indefectiblemente,
y aunque tus pies no han tocado la hierba húmeda,
sospechas que ya ninguna bandera
habrá de cubrirte
la soledad de no haber desafiado los espejos.

de Marina Pacheco Ruiz, poeta y periodista tucumana radicada en Puerto Deseado -pcia.de Santa Cruz-, Argentina
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Insistencias

Las insistencias se ocultan
traman en lugares fugitivos
y se agotan en su tiempo
como si un cordón de plata
las llevara hacia un nuevo despertar.
Debo transigir con sus llamados
que volverán a tantear mi corazón.
Entonces me veré entre dos espejos
como una imagen tenaz,
multiplicada.

de Mirta Cevasco, Buenos Aires, Argentina
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El paraguas azul

La lluvia se ha desatado
repentina y rigurosa.
Con pasos parejos vienes
por mí la media sonrisa
el paraguas azul gira
girasol de luna llena
de lluvia inclinada flota
corola tu falda seda
Mona Lisa caminante
capullito a mis ojos. Ten
de mis ojos tenues trazos
que tu andar hallé tus alas
en los pies hasta tus manos.
Abrígame de hojas tibias
en el después de la tarde
mis ojos tibios de verte,
hija, tibio el hilado que
viene detrás y no ríe.

de Eva Ayzenberg, Buenos Aires, Argentina
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18.3.07

Ángel I

Un niño asomó con su delgada red y anzuelos de juguete
por las cortinas de limo que separaban inasibles
los fragmentos de luz y las rocas.

En ese lapso todo fue posible
hacer que el tiempo no sucumbiera bajo los dioses
y los dictadores
que el beso no tuviera esos ingredientes tan parecidos a la muerte
como las deudas de juego
la vanidad con su toque de fiesta
la mediación entre los poros y el poder.

Fue posible pasar por terreno de nadie
sin cuerda floja, sin dientes de león
imitar a las esporas libertinas
la simplicidad de su estar en el mundo
para que la vida gire inagotable.

Un niño solo, desnudo
con su magia de creer en los milagros.

de Mirna Figueredo Silva, Santiago de Cuba
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Margaritas

"El paraguas de las estrellas
se cubre de labios."


Murmura la cascada.
En las piedras,
peces translúcidos
se visten con algas.
Viento de césped,
mariposas amarillas,
explosión de perfumes,
historias que duermen,
olas de aire.
Vocales en la guirnalda
de la memoria
se diluyen.

Margaritas viejas
bañan a la extraña.


de Elena Perla Piscun, Buenos Aires, Argentina

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Poema I

Tengo el alma como una caravana
cargada
de pañuelos al aire
llena de adioses y recuerdos
cartas archivadas, puertas sin goznes
memorias que no me pertenecen.
Me desconozco en los pasillos
me encuentro nueva en los recodos
rozo sombras.
Me pasan como a un puente
solamente mío el instante del pasaje.
Trato de retener
la tenuidad que tan rápidamente se deshace
por ver si entre las volutas
escucho las voces
que transitan los folios del archivo.

Me pasan, me pasan
Me pasan, y se van.

de Nela Río, escritora y artista argentina radicada en Canadá.
http://artsandscience.concordia.ca
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Se desvisten, se palpan, se olfatean

"La pluma es la lengua de la mente."
Miguel de Cervantes

Una gota de piel,
apenas se diluvia suave.

Un roce en la muñeca.

Hebras de cuerpo
se miran en el cruce,
se desvisten, se palpan, se olfatean.

Se exhiben, se penetran, se gustan y
se bailan.
En el lugar del pulso.

Cita debajo del puño de la camisa.

Y caen los relojes a golpes de cortejo.

Se oye el aire ir y venir, el tiempo es
una tapicería de dulces jaguares.

Desde el pequeño espacio del contacto.
Dos animales fantásticos se alzan
magníficos hasta alcanzar la fiesta.

de Cristina Villanueva, Buenos Aires, Argentina
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La despedida

"...Yo la quise y a veces
ella tambien me quiso..."
Pablo Neruda


Si, yo lo amé... Aunque después de haber decidido dejarlo, ya no recuerdo cómo era ese amor. Ahora ya no tengo memoria de haberlo querido, ni porqué uní mi vida a la de este extraño que comparte mi cama y mi cuarto de baño.
¿Qué ví en él? ¿Qué me llevó a pensar que podríamos vivir juntos hasta la muerte? No lo sé. El nuevo amor borró las huellas del otro, como borra el viento los pasos en la arena.
Hoy nos separamos para siempre. Hemos dividido los libros, los discos, los cuadros. En mi afán por no verlo más, he aceptado que se lleve todo lo que quiere. Son objetos que expresaron algo en un momento: ¿qué? Ya no lo sé. Hoy volvieron a ser solo materia inerte, ningún recuerdo los pinta de rosa, ningún sentimiento los retiene. Que se vayan junto con él.
Lo miro, veo las ropas que seguramente yo compré, pero no despiertan ningún eco en mí. No pienso: "esa remera la compramos aquél día que..."; "ese disco nos gustaba por qué...".
Mi memoria hizo un rápido inventario y desechó todo lo que pudo ser bueno. Retuvo sólo las ofensas, los egoísmos, las disputas. Mejor así. No hay dolor ni arrepentimiento. Nuestro encuentro sólo fue una sala de espera en la ruta de nuestras vidas.
"El me quiso, a veces yo también lo quería...". Adiós, extraño, sigamos nuestro camino.

de Ester Mann, escritora argentina radicada en Israel
www.artesanias.argentina.co.il

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10.3.07

Remontaban el curso...

Remontaban el curso incierto de los ríos
y distinguían en sí las llagas de la piedra.

La vida era zozobra
y temor
y milagro;

la palabra
nombraba lo visible confiando en las cosas.
Se creía.
Era un tiempo inclemente y despojado.

de María José Flores, nacida en Badajoz -España-, reside en Italia
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Inocente es la noche

Densa quietud transpiran los canales
cuando lamen escaras de este río.

Impiadoso ritual entre la niebla
corcovea la luna
ahogada en sauce y junco.

Sólo mi voz asoma prepotente
a reclamar tus ojos.

Eleva su humedad por los maderos
hasta embarrar el aire
frente al rubor naranja del verano.

¿dónde se detendrá la marcha sorda
que me lleva al naufragio?

Hay un olor tan conocido
en esta noche limpia

y sin estrellas.

de Silsh (Silvia Spinazzola), Buenos Aires, Argentina
www.silsh.com.ar
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Galaxia M 106

La vida va dibujando figuras
estrellas que navegan por sendas espiraladas
mares con raíces de tornados.
Ella, no cuestiona,
simplemente ES.
Cambia de estaciones dejando volar
pétalos perfumados de retamas y jazmines.
Nos presta unos momentos
robados
para que la transitemos
en silencio
sin saberlo.

de Norma Padra, Buenos Aires, Argentina
http://es.geocities.com/normapadra/
www.revistapapirolas.blogspot.com
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8.3.07

Sueños fantásticos de una noche de quimeras derretidas

Frente al paredón
borraba su delirio
un porvenir de balas.
La luna transmutaba
su presencia
pebeta brava
proyectándose
en los vidrios sin marco
del camión alfombrado
adonde irían a acostarnos
luego de fusilarnos.
Sesamo ábrete:
la patrulla descubrió
a dos mujeres con bebés
en sus brazos.
El coronel verdugo
se mimetizó en la nieve
y les brindó chocolate caliente
en el vientre vacío
del último suspiro
de la triste aventura
de esa noche tan larga.
Y sonó la metralla.
No hubo pánico
ni volaron los pájaros:
la historia
ya no desensillaba.
Y en la noche
nunca aúllan
los lobos
cuando atacan
y matan.

de la Dra. Marta R. Zabaleta, poeta argentina residente en Londres, Inglaterra.
Honorary Visiting Senior Lecturer - Latin American Development and Gendered Cultural Studies - School of Arts - Middlesex University - London, UK
http://boards3.melodysoft.com/app?ID=Shaharazad
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3.3.07

En esta máscara

Viajo en mi gran máscara infinita
hasta el triángulo de mar que me reclama.

Recobro un pedazo de playa
ya no lloro

Atravesando el desdén de las conchas
soy un pez de mármol

Alcanzo cuadrados de sombra
pues el juego de entender lo que no tengo
tiene escasa luz en esta máscara.

Bajo el rectángulo de miedos
las escamas inseguras en el centro
abren puertas que dan al agua.

Tienen hambre las estrellas de esquinas recortadas
que fueron ayer sal y hoy son de polvo.
Soy el ojo tatuado en esta máscara.

de María Eugenia Caseiro, nacida en Cuba, reside en Estados Unidos.
www.artepoetica.net/M_E_caseriro.htm
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Cae en la playa

...a la pequeña de pestañas blancas
y amor en sus ojos de almendra...

Cae en la playa la tarde que soy
herida de faros y gaviotas nocturnas.
Un follaje de arena pasea mi cuerpo
escanciado por la brisa que lo cubre.
Cómo no recordar las noches en el muelle.
Las carreras invencibles entre luna y agua.
El camino plata sobre ondulaciones perfectas.
Recordar árboles vestidos de milagro; bosques.
Sí; cae en la tarde la playa que soy,
mi pequeña de pies blancos.
¿Dónde llevaste tu alegría de calandrias?
Juego acertijos desde aquel aciago día.
Apuesto: tus ojos me besan en este instante azul.
Mira, hay una floración de ángeles
en la mitad del cielo.
En la otra, una dulce jauría de amapolas.
Ya la noche es mayor y danza misterios sobre el mar.
Ha caído en la espuma la playa, la tarde que soy.

de Susana Cattaneo, Buenos Aires, Argentina
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Casi olvidé

Tremolar de horas
en los vértices de la traición
del propio pulso,
en el llanto sin humedad,
en las letras quebradas…

(Sólo tu voz acunó mis manos)

Derroches de silencio
desde el sol hasta la luna,
desde la melodía
estertórea del resuello
hasta la búsqueda infértil.

(Sólo tu voz acunó mis manos)

Adagios sin compás
machacando las sienes,
lamentos de blues
ahogados en la sangre,
marionetas sin cabeza
en charcos de apatía.

(Sólo tu voz acunó mis manos)

Besos para zurcir
en el eco indisoluble
que, a contraluz,
entibia de nuevo la piel.

(Casi olvidé tu voz acunando mis manos)

de Issa Martínez, México D.F.
www.palabrasdiversas.com

http://foroarchipielago.com
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Decadencia

Aquí
entre los senos de la noche
un gato al claroscuro de la mueca
se escapa entre la piel
y el aliento del musgo

Acaricia
las espaldas de las copas
el vino
(y nos recuerda haber sido
sólo el roce
de una uña de tango entre las tejas)

A punto de claudicar
tu verso
pelirrojo en las vigilias
se ahoga entre la tos y un epitafio

La luna está en declive
resbala
parda
otra vez hacia la vida

de Marcela Predieri, Mar del Plata -pcia.Bs.As.-, Argentinawww.delapalabra.com.ar
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