El viejo se inclina sobre las
teclas
de una absurda e inentendible
máquina
y las percute
de a una y en forma repetitiva
mientras ajusta los mecanismos
internos
colocando su oreja sobre ella
una y otra vez, en una ceremonia
que parece
no terminar nunca.
Lo observo desde mi banco de
siempre
y no salgo del asombro que me
produce esta tarea
a la vista inexplicable.
Cuando pasa a mi lado, ya de
madrugada
me dice mi trabajo es eterno y
casi imposible
mientras me deja una tarjeta:
Ulises, afinador de almas.
Andrés Bohoslavsky, Río Negro / CABA, Argentina
De “Medianoche en la
plaza de los sueños”, libro de reciente edición.
Acerca
del autor:
http://elinfinitoviajar.blogspot.com/2016/03/andres-bohoslavsky.html
8 comentarios:
Increíble. Una poética encantadora y singular.
Pablo Mauprat
Ese final es grandioso, me mató!
La poética de Bohoslavsky se basa en el asombro. En este caso, es el presunto observador quien nos lleva de la mano hacia un cierre inimaginado, un elemento con el cual no contábamos; el alma. Felicitaciones.
Un bellísimo sobresalto!
Excelente todo, parece una postal europea.
Marta Colomaro.
El poema es admirable, supera todo análisis posible con ese final.
Me encantó. De gran sutileza y profundidad. Felicitaciones.
Me encantó tu poema, Andy, con ese final intenso. Muchas gracias. Y como siempre expreso, es un placer leerte.
Mi abrazo
Analía
Publicar un comentario